ItacaX

lunes, junio 26, 2006

Tu cama


Tu cama me acompaña cada tarde,
cada noche en lontananza
tu cama es un espacio lento
donde la vida pasa
puedo recostar la cabeza,
dejarme llevar
puedo soñar
vuelvo al terreno de mi infancia
recorro el pasillo central
con el pijama de sonámbula
En tu cama paso revista
a los días
miro cómo corre el tiempo
sin la más remota angustia
porque ya llegué
no hay apuro
no hay demanda

Tu cama es mi memoria
el regreso a lo que soy
a lo que fui
y sigo siendo
A través de tu cama entré
a mi propio letargo
al colchón de mi templanza
Tu cama me abre la puerta
para salir del invierno aciago de la vida
Allí te muerdo el labio
retuerzo tu espolón
levanto orgullosa
la espléndida naturaleza de tu carne
doblego tu animal con mi animala
construyo un manifiesto espermatozódico
despliego la vía láctea

Mantengo mentalmente tu cama,
espiritualmente la sostengo
esperando el día del reencuentro.

Imagen
http://www.flickr.com/photos/flaquivurus/page2/

domingo, junio 25, 2006

Porque escribí



Un amigo pregunta y otro responde:

Enrique Lihn

Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.

Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.

Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
-¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria-
Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
una caparazón de espinas y raíces

De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.

La especie de locura con que vuela un anciano
detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.
Me condené escribiendo a que todos dudarán
de mi existencia real,
(días de mi escritura, solar del extranjero).
Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.
En su origen el río es una veta de agua
-allí, por un momento, siquiera, en esa altura-
luego, al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.
Porque escribí fui un odio vergonzante,
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que un verso se espuma
yo puedo reiterar la poesía.

Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.

Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.

Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.

Imagen
fotomontaje por José Antonio Galloso http://joseantoniogalloso.blogspot.com.

Radar de losers


(Por Matilde Celero, mi corresponsal en el extranjero)

Mi condición de Directora de alojamiento del Departamento de Turismo de un prestigiado hotel en Dubai, unido al Master en Marketing Turístico que realicé en algún momento de mi vida que poco recuerdo, me tenían un poco aburrida la verdad. Además de mis dos arabians lovers y la vista panorámica del penthouse, los días se hacen a veces espectacularmente -hablo de manera literal- tediosos.

Sin embargo, hay jornadas en que algunos pequeños saltos dramáticos hacen que una vuelva a sorprenderse un poco.

Hace un par de días, mi jefe me pidió atender a un huésped incógnito. Lo único que me contó fue que el tipo era realmente famoso. Pensé en Mel Gibson, Ted Turner o mejor, Di Caprio o Brad Pitt a quien podría desearle un bonito día del padre. Pero mi jefe no me dijo nada.

Llegué al lobby bar que dispusieron especialmente para nuestro encuentro en el piso 25. Cuando pisé el umbral del recinto había un
montón de gente y dos guardaespaldas. Me estaba asustando, pensé que me tocaría hablar con el baboso de George Bush. Crucé la puerta y me senté en el sillón. La asistente del tipo famoso me dijo:

-El señor Jean viene en cinco minutos

Jean...Jean... ¿Jean Paul Belmondo? No, demasiado viejo. Jean Paul Sartre ¿vive aún? ¿ Jean Piaget? ¿Jean Pierre Jeunet? ¿Jean Pierre Rosnay? No importa, cualquier Jean valía la pena. Me preparé para un intelectual francés. Saqué mi lista de vinos chilenos para pavonear con un par de viñas pequeñas del valle del Maule. Eso sin duda deja baboso a cualquiera, siempre que le guste el vino ¿le gustará? Francés+Francia= Vino. De más.

De pronto, la puerta se abre y en medio de la penumbra se aproxima una media tonelada de hombre. ¿Por qué no me dijeron que los intelectuales franceses ahora van al gimnasio? La asistente avanzó un paso y me dijo:

-Madamme, le presento al monsieur Van Dame.

¿Jean Claude Van Dame? Mierda ¿y qué le pregunto? No tengo idea de patadas y artes marciales. Para mí el karate y cualquier otra disciplina de golpes son lo mismo. A guardar la carta de vinos no más.

-Conchesuma... fue lo único más chileno que me salió. Por suerte no sabían una pizca de español, así que pasé colada.
-Hola, por favor siéntate- me dijo al observar mi cara de pendeja ¿Cuál es tu nombre?
-Matilde -le dije con voz idiota.

Hay un dispositivo femenino que se activa con el detonador de la fama. Sin querer, me había vuelto una gatita que mira un ovillo de lana para enredarlo entre las patas. Jean Claude no es mi actor favorito, ni lo va a ser, pero había algo bonito en él que supongo se relacionaba con la palabra famoso.

-Mister Van Dame...
-No por favor, llámame Jean Claude

¿Qué lo llame Jean...? ¿Jean Claude? Ya me gustó el tipo.

-De qué país eres.
-De un pequeño país sudamericano. Tiene un nombre gracioso: Chile.
-Oh, me encantan los vinos chilenos

¿Qué? Me quiero casar.

-¿Hay alguno en la cava del hotel? dijo el hombrón con absoluto control del espacio.

Mandé pedir altiro un Camino Real Cavernet Sauvignon Gran Reserva al que le tenía echado el ojo desde hacía rato.

-¿Conoces Chile Jean Claude?
-Sí, me llevaron un día a un show de televisión. Un tipo con lentes que se reía como gaita. Fue divertido.

Carcuro, claro, nuestra vergüenza nacional, pensé.

-No creo saber de qué show me hablas -dije-. Chile es conocido por sus vinos y por sus dos premios Nobel de lite...

-Pablo Neruda y Gabriela Mistral -dijo Van Dame.

¿Qué? Esta es una cámara indiscreta del programa de Carcuro, sin lugar a dudas. Comencé a mirar de soslayo para encontrar la cámara pero no lo logré.

-Puedo escribir los versos más tristes esta noche- comenzó el belga karateca con marcado acento francés.

Dios este tipo me está karateando emocionalmente pensé. Di un golpe bajo y le susurré los versos del capitán. El tipo quedó embobado.

Cuando llegó por fin la mesera abrió el vino con las manos temblorosas, Jean Claude la miró y le dijo:

-No te preocupes, no voy a molestarme por nada.

La chica se sonrojó y partió muy rápido. Yo pensaba en el tiempo que perdí no viendo películas de artes marciales. Le podía haber comentado la patada magistral de Contacto Sangriento, o el desapego mecánico de Cyborg. Podía haberle preguntado si efectivamente se había ido o lo habían echado de la película esa donde era un monstruo transparente. Eso si las hubiera visto enteras y no por pedazos, sinopsis o cualquier estrategia que me liberara de la tortura del visionado.

Jean Claude y sus músculos se veían tan dóciles y armónicos. Su sonrisa no era la de un hombre furioso. Yo flotaba en el aire.

-Quiero reservar el restorán italiano. Me gustaría tener un poco de privacidad.

Chutas, tengo muchas reservaciones, pensé ¿Cómo le digo que no? A medias, pues, es la mejor manera.

-Claro que sí podemos, salvo que sólo la mitad del restorán. Podemos cerrarla para ti y asegurar completa privacidad.

-¿La mitad? Mhhhh, no es lo que estaba pensado. ¿Hay alguna manera de repararlo?
-Sugiere y veré qué puedo hacer.
-Pues vente a terminar el vino conmigo hoy.

Putas, estoy soñando pensé. Sí es cierto, no me gustan sus películas, ni sus actuaciones afectadas, sus parlamentos cortos única forma de asegurar que no aparezca idiota...pero aquí mirándolo, sonriendo, estoy dispuesta a tomarme ese vino completito esta noche.

-Así será entonces- le dije y me levanté. Tomó mi mano y le dio el beso de rigor.

Salí media turulata pensando en si tenía un vestido apropiado para la ocasión. Ese día no supe de reservaciones ni de viejas y viejos cu... Ese día yo era una cena.

Llegué a las 8, puntualmente. Allí estaba él esperando con el vino en la mano. Comimos y las botellas fueron siempre cavernet sauvignon y chilenos. Quería probarlos todos. Yo también.

Resultado, a la hora de los quiubos se puso pesado y tuve que darle mi mejor patada de karateca chilensis -emocionalmente hablando, of course. Igual me quedé un besito por ahí y un abrazo por allá. La verdad es que luego del vino el tipo era un trapo mojado y a mí me siguen gustando los hombres bien parados, no sé si me entienden.

Estuvimos hablando el par de días que se quedó en el hotel. Pero no pasó nada aunque todos me preguntaban "¿eres imbécil o qué?" Yo contestaba "o qué".

No me arrepiento, Jean Claude era lindo pero me acordé de un compañero de curso que tenía la misma estructura de Jean -física y mental-. Era lindo pero por algún motivo me resultó repelente al final. Se me antojaba como una suerte de artilugio mamón disfrazado de músculo. Una viscosidad informe presentada como montaña. Supongo que me siguen enganchando los enclenques, medio perdidos, medio extraviados del norte del mundo. En mi lógica en algún lugar tienen escondida una especie de temeridad. Al menos eso espero mientras continúo encendiendo mi radar, el que hasta ahora detecta sólo una gran cantidad de losers.

domingo, junio 18, 2006

Drimmis

domingo, junio 04, 2006

Pingüinos made in Chile

Hace más dos semanas se desató en mi país una de las revoluciones más alucinantes de los últimos 20 años. Miles de estudiantes secundarios se tomaron las calles para discutir lo que personas adultas debían haber hecho hace mucho con la Democracia en las manos. Salieron con banderas y pancartas a pedir mejor educación, igualdad de oportunidades entre estudiantes ricos y pobres, más clases y de mayor calidad. Quien quiera pensar que esto era sólo un arrebato nostálgico y catatónico de la sobrepasada lucha de clases, se equivoca. Los estudiantes del sector oriente de la capital y de todo el país, aquellos cuyos padres llevan a clases en automóvil y pagan por sus colegiatura lo que gana un obrero durante un mes, salieron a apoyarlos. Colegios municipales y privados se unían en un mismo discurso: Más y mejor educación en condiciones igualitarias. ¡Increíble!



Los pingüinos- como les dicen aquí por sus uniformes azul y blanco- se aburrieron de esperar y salieron a las calles para plantear su descontento. Al principio fue un especie de destape y la idea de la protesta callejera con piedras, guanacos, zorrillos (ambos carros policiales especialmente adaptados para la ocasión)y bombas lacrimógenas nos sorprendió a los varios que estuvimos acostumbrados a eso antaño. Pero cuando se replegaron a sus colegios para evitar que universitarios y otras hierbas se apoderaran de su movimiento, bueno, ahí comenzamos a mirarlos de otro modo.

Empezamos a pasar sorprendidos frente a los colegios como diciendo: "¿dónde estará el dirigente del Colegio de Profesores azuzando a las tropas?" Pero cuando no vimos a nadie más que a aquellos niños con megáfonos, flaquitos y deshilachados, nos quedamos estupefactos.

Eran ellos, los pingüinos secundarios, anónimos, los buenos pa mascar chicle y hacer la cimarra. Los cabros chascones, los con piercings, los que creíamos interesados en el puro reguetón y la novela televisiva de la tarde. Los cabros flojos, monosilábicos, excitados apenas por el perreo adolescente. Los invisibles, los que no le importaban a nadie.

Sin embargo, eran ellos pero ahora transformados en héroes de una caricatura que nadie había leído. Implacables, sin dejar que nadie se les subiera por el chorro.

Los de antes empezamos a tocarles la bocina, tatareando esa cancioncita que nos movía el alma hace más de 15 años "y-va-a-caer- y va-a-caer-y-va-a-caer-y-va-a-caer". Con los ojos medios húmedos y avergonzados les pasamos plata cuando nos dijeron: "oiga tía, pa comprar comida pa la toma, pos tía". Todo por estos cabros.

Allí estaban los transfigurados, leyendo leyes leídas y poniéndoles de nuevo acentos donde correspondía. Dejando a los periodistas callados con su manejo de cifras y datos. Estos eran otros cabros, eran los aleonados.

Pasados los días una puede verlos debilitados. La prensa dejó de tratarlos como héroes y los adultos cerraron filas corporativas. Todos están de acuerdo en que hay que hacerles un parelé. "Ya les tiramos monedas cabros, ahora tranquilícense. Dejen a papá mono -junto a la mona mamá- pa` que resuelvan", les dicen y los cabros están a punto de pisar el palito.

Se sienten culpables: "oye, si ya nos dieron harto". El Mercurio, se los recuerda: "Ta bueno cabros, ya se les está pasando la micro. No sean tontos, aprovechen de bajarse ahora cuando todavía queda recorrido". El asunto era que ellos la querían gratis.

"Acuérdense que los partidos necesitan generaciones de recambio, no se quemen, piensen en el futuro. ¿Quieren ser diputados?", los tienta la culebra.

Y ahí están los cabros, sin saber qué hacer. Sintiéndose pésimo porque se portaron mal con la mamá cuando el papá andaba comprando. Ahí están los cabros, sin saber qué decidir.

En todo caso, pase lo que pase, pendejos, yo los celebro. Me saco el sombrero que no tengo, les bailo la cueca más choronga del barrio. Les pongo la alfombra roja de mi conciencia pa que vayan, vean y venzan. Yo los saludo, pendejos, en honor a lo que fuimos y ustedes nos recuerdan.

Adelante pendejos, fuerza y alma cabros chicos, pa` que despertemos todos del letargo con el que la vida nos tiene engrupidos.