ItacaX

sábado, abril 08, 2006

Tiempo de recordar


Hace diez años el mundo se engalanó para celebrar los 500 años de la conquista española en América. Mientras en los círculos cotidianos se preparaban largos discursos y algunos niños aprendían a bailar sevillana, algunos americanos iniciaban lo que sería una larga caminata por todo el continente. Un esfuerzo por recordar la memoria perdida de los pueblos originarios y revivir antiguas ceremonias como el Temascal. Asistimos a uno y conversamos con un Nahual protagonista de su propia historia.


La reunión comenzó a media tarde, cuando apenas quedaba luz de invierno. Alrededor de veinte personas se agazapaban en un terreno baldío de Lo Cañas, una parcela empinada llena de débiles y secos arbustos de manzanilla que sirvieron para avivar un fuego discreto con el que la concurrencia pretendía sortear el viento que a esa hora empezaba a helar. Quienes ya conocían la historia sonreían “ya se les va a quitar el frío”, decían medio burlones. Al otro lado del terreno un pequeño grupo hacía los preparativos de lo que sería este Temascal.

En una planicie cercana se avivaba el fuego de una fogata que más bien era fogón. Había leña para dos años y toda se estaba quemando como si se fuera a acabar la noche. Frente al fogón una especie de disco forrado con cuero y una pequeña flecha llena de adornos, daban al ambiente un tono de seriedad que no se condecía con los tiritones juguetones con que se sacudía la mayoría. Un argentino serio, después supimos que era cordobés, se dedicaba a azuzar las llamas mientras, en el centro, varias piedras del tamaño de un camote, se calentaban al rojo vivo. Hubo quienes se acercaron al fogón discretamente, como para calentarse, queriendo pasar inadvertidos, pero el sagaz argentino los correteó rápidamente diciéndoles, el fuego es para los ancianos, no para nosotros... Yo hubiera querido ser bien vieja, a ver si me dejaban un ratito allí, pero nada. La cosa se ponía seria al parecer.

Como a las 8 y media llegó el esperado chamán. Un mexicano grueso, de larga trenza sobre la espalda y nariz de antepasado. No hablaba mucho, se aprestó a cubrir el temascal con varias frazadas que los invitados llevábamos. El Temascal comprendía una aparentemente enclenque construcción de cañas, de unos ochenta centímetros de alto y de dos metros de diámetro. Algo parecido a un iglú pero cubierto de frazadas que se amarraban estratégicamente en los extremos hasta que la estructura quedaba cerrada completa y aparecía bastante firme a los ojos. Algunas ramas de eucaliptus cubrían el piso y en el centro un hoyo como para contener el mejor de los curantos. ¿Allí cabríamos veinte personas? Y cupimos.

A las nueve de la noche el nahual, Francisco Melo, danzante del sol, hombre sagrado, quedó a torso desnudo y pantalones. Dentro del temascal comenzó a cantar en un antiguo idioma que nos convocó a todos en una hilera, pronto empezamos a dar vueltas alrededor del fogón y enrollando el Temascal después. Cada uno en un silencio limpio de teatralidad, pero no de susto. “Por todas mis relaciones”, saludaron los que manejaban sólo el español, el resto susurró un par de palabras llenas de tes y eles, cuya vibración susurraba un significado atávico, casi olvidado. Entramos gateando al pequeño iglú de madera, estaba todo oscuro y el rayo de luz que penetraba al interior desde la puerta, dejaba ver una columna de humo blanco que despedía un fuerte aroma a hojas de eucaliptus, incienso y una mezcla bien delicada de olores que no podría describir. El recibimiento fue estupendo pues dentro del temascal ya se podía sentir cierto calor que auyentó el frío que a estas alturas era casi telúrico, producto de que habíamos abandonado la mayor parte de nuestras prendas de vestir y nos habíamos quedado, algunas, con delgados vestidos de verano, otros con minúsculos shorts y poleras sin mangas. Habíamos comenzado a traspasar la primera puerta de una experiencia transformadora y llena de un sentido mágico de trascendencia.

La primera puerta

A las seis de la tarde del domingo nos juntamos a conversar con Francisco Melo. En plena Plaza Italia sentado en un escaño, se podía ver de espaldas a un hombre de contextura gruesa y de trenza negra. Apenas había visto su cara a contraluz la noche anterior en el temascal, pero no había duda, tenía que ser él. Un abrazo y entramos al restorán más cercano y menos poblado.

Ameno y cálido, lejos de la idea que yo tenía de lo que podría ser un hombre sagrado. Un churrasco al plato cubierto de queso me dejó ver que no era nada de vegetariano y luego, cuando a la mesa salió la primera cajetilla de cigarros me quedó claro que Francisco, Nahui Mazatl, como es uno de sus nombres nahua, no tenía nada que ver con la teatralizada imagen de los varios chamanes de turno con los que es relativamente fácil toparse en el “mercado de la espiritualidad” capitalino.

Francisco es Coordinador General de las Jornadas de Paz y Dignidad que vienen desarrollándose en toda América desde la conmemoración de los 500 años de conquista española. Para ese entonces se estaban realizando muchas fiestas en todos los países conquistadores y conquistados, sin embargo, un grupo de personas comenzaba a desarrollar una idea que partía de una visión: atravesar corriendo el continente entero desde Tierra del Fuego hasta Alaska, como lo hicieran los antiguos danzantes del sol, los chasquis y tantos otros enviados originarios que no sólo recorrieron los caminos de la entonces nombrada Itzachitlan, hoy conocida como América, llevando mensajes, sino también como limpiadores de los caminos que recorrerían otros. Ése es el espíritu de las Jornadas de Paz y Dignidad, recuperar la memoria perdida de este continente por medio de una danza, una caminata que una los dos polos del mundo. Los actuales corredores americanos siguen siendo representantes de comunidades indígenas y personas cercanas a la sensibilidad de este rito, el que tiene varios meses de duración hasta reunirse todos en Teotihuacan, a agradecer al Dios Padre Madre y reencuadrar la presencia indígena en este continente.
Ya se han realizado tres carreras continentales, la primera en 1992, la segunda en 1998 y la tercera durante el dos mil. Esta última logró unir más de 10 columnas de corredores que avanzaron por los distintos puntos de la américa morena y rubia. Para el 2004 ya se planifica otra.

“Cuando llegó la gente de Europa en la forma como llegó a partir de 1492, aquí existían dos grandes familias: la familia de los Nahuas representada por el águila y la familia del Tahuantisuyu representada por el gato. Cuando estas dos islas se juntaron, hicieron que este continente tocara el polo norte y tocara el polo sur. De alguna manera estamos dando los pasos en este tiempo para construir la profecía de nuestros antepasados. Aquellos que tuvieron la visión, aquellos que dejaron dicho que un día todos, independientemente del color de la piel, nos íbamos a volver a reconocer, porque somos todos hijos de esta madre tierra. Cuando nosotros nos demos cuenta que nacemos a través de un acto, de una vibración bella y hermosa de un hombre y de una mujer, de un bello sentimiento y que, de alguna forma, a través de este acto, de esta unión, se nos da la vida... entonces la vida se nos sigue dando en el vientre sagrado de nuestras mujeres, de nuestras madres, todos, independientemente del color de la piel, somos hijos de esta madre tierra”, arremete Francisco, así de entrada, de tomo y lomo.

Tú estás en contacto con comunidades desde Alaska hasta Usualla ¿Hay puntos en común en relación a lo que tú planteas o están todas en procesos diferentes?

El punto en común sigue siendo que esta es nuestra madre tierra, el punto en común es que nos ha ido bastante mal con nuestros hermanos, el punto en común es cómo vamos a salir de la miseria, de la pobreza y de la ignorancia en que nos han metido. Sin embargo, se están dando procesos mucho muy interesantes en estos lugares. Hay gente que se dio cuenta, pueblos que se dieron cuenta que ya no hablaban la lengua y entonces empezaron a formarse nuevamente y a juntarse para reaprender la lengua. Juntarse y hacer los círculos de familia que son los círculos de la comunidad. Hay quienes han aprendido a conocer un poco más cómo se maneja este sistema, no para derrotarlo sino para entenderlo, entender, no queremos derrotar a nadie, nosotros siempre levantamos las armas para defendernos, nunca levantamos las armas para derrotar a alguien. Hay hermanos que dentro de las instancias políticas están trabajando bastante bien, pero fuera de la politiquería, sino haciendo un buen papel dentro de estas culturas. Tenemos bastantes hermanos que ya son alcaldes en diferentes países, son gente que verdaderamente se están dedicando a trabajar desde estos lugares... porque tenemos que comprender que la educación occidental nos la empezaron a dar a partir de 1948 por acá, cuando reconocieron que éramos seres humanos, para seguir siendo evangelizados, pero ya nos reconocían como seres humanos. Eso es lo que mantiene lo que es este movimiento llamado indigenista, lo que quizás en algunos lugares se pueda presenciar más que en otros. Pero la verdadera lucha, la lucha por la dignidad, la lucha por la paz, la lucha por el respeto, la lucha, de alguna manera, por la presencia. Se sigue manteniendo por todo el continente y sigue estando quizás ahora con mucho mayor fuerza. La tarea está en hacérnoslo saber a nosotros mismos.


Dentro del Temazcal, después de haber gateado hasta encontrar un rincón pegado a las piernas de otra persona, el nahual nos recibía con voz pausada y exhalando un sentido “Ahó”. Para los que asistíamos por primera vez hubo una pequeña introducción haciéndonos saber que pasaríamos por varias puertas o momentos en que seríamos conducidos por ancianos, antiguos espíritus que estaban representados en las piedras al rojo vivo que habíamos visto calentarse en el fogón. Ninguna recomendación salvo abrir el corazón y dejarse conducir, el resto era asunto de los ancianos.

Un gran tarro de cobre que contenía al menos unos cinco litros de agua se abrió paso por la entrada y el nahual lo recibió gustoso haciéndolo chocar suavemente contra las siete piedras que se encontraban en el hoyo central del temascal. Cerrar la puerta y en la más completa oscuridad, sentir cómo esa agua era vertida contra las piedras haciendo que el ambiente se convirtiera en vapor en apenas unos segundos. Presentarse y decir con qué propósito habíamos venido a este rito, abrir el corazón y todos los poros por donde comenzaba a salir el agua contenida por las células, por los órganos vitales, sentir cómo el calor se encontraba con la vista y cerrar los párpados en un esfuerzo por no quedarse sin ojos, aunque era imposible ver algo en aquella oscuridad absoluta. Cantar a todo pulmón parecía liberar energía, de modo que me encontré casi desgañitando melodías atávicas para que la ansiedad de estar atrapada y el miedo a ahogarme no me venciera. Así pasó la primera puerta.

Segunda puerta

Me dieron ganas de ser mapuche, nahua, aymara, quiche durante la entrevista. Ganas de florecer como un guarango en medio del restorán o hacerme araucaria para permanecer incólume unos varios cientos de años y observar si era cierto todo lo que decía este nahual.

Parece que en la vida nos vamos quedando en ciertas etapas o filtros que nos van dejando sin acción...¿tú que piensas?

Mas que filtros yo diría redes, ya que el ser humano de estos tiempos ha aprendido a saberse esclavizar consigo mismo, a saberse esclavizar con el todo, y esto se ha venido logrando a partir de lo que se llama este tipo de sociedad de la competencia, ligada al sistema de pensamiento occidental, hace que la gente compita por... en la vida se adaptan bien a la competencia. Se esmeran en tratar de ser mejor, pero no para ser mejores y buscarse en los ojos de la creación, sino ser mejores ante los demás y buscar en ello, en ese camino, lo que ellos le llaman el triunfo, el éxito material. Está muy enfatizado, ya que es la base religiosa del pensamiento occidental, digo de los pensamientos religiosos, que llegaron aquí, a este mal llamado continente americano...

¿Por qué dices mal llamado americano?

Porque ése no es su nombre

¿Cuál es su nombre?

Uno de los nombres de esta tierra es Itzachitlan. De alguna forma...

¿Qué significa eso?

¿Ves las montañas? ¿el blanco? Es el lugar que está rodeado del agua, el lugar donde se ha repartido la ancianidad del agua, de la nieve, que muestra la antigüedad de la vida, que muestra la elevación del espíritu, de la presencia en esta madre tierra.

Cuando yo digo este mal llamado continente americano es porque ése no es el nombre original, hace muy poco tiempo que así la hicieron llamar. Los nombres como los pone occidente no tienen nada que ver en relación con el entendimiento de la vida. Son sólo nombres que ponen para mostrar que tienen un dominio, que tienen un poder, no el poder del espíritu, sino un poder que doblega voluntades, que doblega costumbres, que doblega al ser, de cualquier lugar donde llega este pensamiento occidental.

¿Quién te da el nombre?

El nombre, en donde todavía se puede hacer, lo entrega un hombre... un líder espiritual, una persona que tiene una condición con las fuerzas creadoras, un hombre que de alguna manera puede ver la energía con la que llegas a la Tierra y a través de ello, esta es la resonancia, esta es la vibración con la que vas a empezar a caminar, tomando en cuenta que el nombre como un instrumento es un nombre que va creciendo, porque así como vas creciendo físicamente, mentalmente, también debes ir creciendo espiritualmente, entonces el nombre va cambiando de acuerdo a lo que vas haciendo en los pasos de los tiempos de tu vida. Se va acrecentando. Por eso es que nadie, antes de que llegara la gente de occidente, aquí no había nadie que tuviera un nombre perpetuo, nadie moría con el mismo nombre con el que había nacido.

¿Eso en toda las culturas originarias?

Así es

Cuando uno dice indígena, está diciendo indigno según los nombres que colocamos en la cultura de occidente

La palabra indio, viene del latín indeux, que significa sin dios. El prefijo in significa sin y dios viene de deux que significa quien da la vida, las dos formas que da la vida. En algún momento se les perdió el entendimiento, porque hay que tomar en cuenta que los romanos también invadieron a los pueblos originarios que hablaban latín, que hablaban el griego, los pueblos de Europa.

Y adaptaron sus dioses a los dioses de las culturas originarias. De alguna manera el catolicismo está lleno de signos que son originarios, como por ejemplo la virgen de Guadalupe, que es la virgen aborigen, pobre, morena...

Pero es que aquí no existía una virgen, no existía el entendimiento bíblico

Claro, pero en América se trató de homologar la virgen a lo que era la Pachamama. Aquí en algunos rituales, cuando se habla de la virgen en realidad se está hablando de la Pachamama, o sea, debajo de lo religioso siempre hay una raíz de tradición originaria. Y tal vez por eso la religión católica funcionó acá.

La iglesia católica ha funcionado aquí porque se sigue mostrando a través de imponerse. La iglesia no hace lo mismo ya, en este tiempo en Europa, como lo sigue haciendo aquí en este continente. ¿Por qué? Porque a los originarios y a sus descendientes, los siguen viendo como indígenas, como indios, sin un dios, entonces ellos se tomaron el atributo a través de una canonización que se hiciera ... o más bien a través de una bula papal, mejor dicho, del 3 y 4 de mayo de 1493, cuando el Papa de aquel entonces, de nombre Alejandro, dispuso que como no teníamos alma y no teníamos espíritu, nos tenían que evangelizar y esa bula papal sigue estando hasta nuestros días en vigencia. Lo que sucede es que la gente ignora muchas cosas. Así sea el 1 % que tú tengas de sangre indígena para ellos sigues siendo indígena. No importa que tan verde o azul sea el color de tus ojos, no importa que tan rubio o colorado sea el color de tu pelo, no importa qué tan blanca sea la tez de tu piel, el hecho de que hayas ya nacido aquí, no importa ya en qué generación, no dejas de ser más que una sudaca para ellos.

Hay autores que dicen que el haber sido colonizados por la corona española permitió generar el más grande laboratorio genético que somos nosotros los mestizos, una nueva raza que tiene 500 años. Contrariamente a la tradición inglesa que en su mayor parte no tuvo gran mezcla y el exterminio de las culturas originarias fue casi absoluto

Eso es lo que nos quieren vender

¿Crees que es un consuelo de tonto?

Demasiado tonto...

Después de haber abierto la puerta y vuelto a temperar el ambiente de manera que respirar por la nariz ya no fue un esfuerzo, el nahual nos pidió que en esta segunda etapa abriéramos el corazón y nos expresáramos libremente. Era el momento de hacer nuestras peticiones más profundas, de echar fuera los miedos y autolimitaciones. Mientras más honestos éramos y más dejáramos hablar al corazón, los ancianos sabrían exactamente lo que tenían que hacer. Siete piedras más, siempre al rojo vivo, entraron a acompañarnos. Nuevamente la puerta se cerró y comenzó el vapor a inundarlo todo. Respirar por la boca era la única forma de respirar mientras escuchábamos los ruegos, agradecimientos, discursos sombríos y hasta llantos de los veinte participantes. En la medida que más sentida era una petición, más agua se vertía sobre las piedras y por consiguiente más vapor subía hacia nuestros cuerpos que se transformaban en potentes regadores por donde las toxinas huían. Ya era posible oír algunos quejidos que disfrazaban certeros llamados de auxilio. Otra vez cantar y entonces la energía acumulada bajaba notablemente y el calor se soportaba con más calma.

La Tercera Puerta

¿Y dónde están las culturas originarias de América en este minuto y qué papel cumplen en esta lucha de este planeta humano que, como dices, se está asesinando a sí mismo?

Esta sigue siendo nuestra casa. Nuestros antepasados sabían que la Tierra era redonda, hacía muchísimo tiempo, unos cuantos, buenos cuantos, de miles años atrás. De alguna manera sabíamos que había gente de diferentes colores. Fue una elección que un día se decidió tomar. Como hijos originarios de esta tierra, estamos esperando que estos hermanos un día comprendan o entiendan que el regalo de la vida se nos da para cuidar la vida. No para venirnos a hacer ricos, ni hacernos pobres en la vida. No para explotar esta madre naturaleza.

¿Y están dispuestos a morir esperando?

Pues, nos matarán y seguiremos naciendo, nos seguirán enviando de regreso.
lo más importante que tenemos para destacar y quizás el mejor de los entendimientos, el mejor de los pensamientos a nuestros pueblos, a las instrucciones originarias de esta madre tierra, es de que ésta sigue siendo nuestra casa. Y cuando nuestra gente se de cuenta de que esta sigue siendo nuestra casa y que nos volvamos a volcar hacia esta madre tierra, entonces las cosas van a cambiar. Esta madre tierra está esperando por sus hijos y no solamente los originarios de aquí, está esperando por todos sus hijos. A que se enmiende todo el dolor, el daño que se le ha ocasionado, no solamente a nosotros mismos sino al resto de la familia, a las montañas, a los ríos, a los lagos, a las lagunas, al mar, a los árboles, ¿ves? a todo lo que es la vida verde, a las aves, a los animalitos de cuatro pies, a todos los demás seres porque todos somos parte de esta familia (...) Ésas son las fuerzas que nos dan la vida, las fuerzas que nos sostienen la vida, las fuerzas que nos transforman, en tantas formas, tantas veces nos sea necesario para un día. Vivirnos y convertirnos nuevamente en polvo cósmico, como seres del universo que somos, para continuar con los grandes designios de las fuerzas de la creación.

Es un mensaje bien esperanzador: “Esperar a que el hombre cambie”, pero cabe la posibilidad de que eso nunca suceda

Estos tiempos son los tiempos en que se nos está dando la oportunidad a todos de enmendar, tanto como sea nuestra capacidad, el daño que le hemos ocasionado a la vida. Esta madre tierra sabe cómo sanarse.

¿Con nosotros o sin nosotros?

Exactamente. Pero la cosa es que es el ser humano el que enfermó a la madre tierra. No fueron los peces, no fueron los árboles, no fueron los leones, no fueron los elefantes, no fueron los dinosaurios. Es este ser que se hace llamar ser humano y este ser que se hace llamar ser humano no tiene la capacidad para sostener la sacudida que esta madre tierra se va a dar para su sanación. Entonces sí, es bien esperanzador, pero es la única forma, es la única forma, de alguna manera, de que en los tiempos podamos darnos cuenta nuevamente a qué es lo que venimos a la tierra, a qué se nos da la vida aquí en esta Madre Tierra. Qué es este hermoso, este milagroso regalo de la vida. Y que dentro de todo ello, al menos lo que supieron hacer los antepasados era cuidar esta Madre Tierra. La historia nosotros no la hemos escrito todavía, la seguimos viviendo.

El frío nocturno se colaba rápidamente apenas se abría la puerta del temascal, de modo que rogábamos porque ese paso ocurriera pronto. En esta ocasión el descanso fue más prolongado y luego de entrar siete piedras bebimos agua y comimos maíz, charqui y pasas, cada uno de acuerdo a lo que necesitara. Las piedras calefaccionaron esta vez agradablemente el ambiente, mientras disfrutábamos de nuestra frugal cena. “Beban y coman despacio porque esto no es sólo alimento, es medicina. Dejen que el agua vaya sanándolos”, observó el nahual mientras nos contó historias y fábulas como a niños que retozaban en las piernas del abuelo. Luego se colocaron en el centro del recinto otras siete piedras calientes. Si las puertas anteriores habían sido fuertes con siete ancianos incinerados, con catorce... La puerta se cerró y esta vez no hubo discurso de ninguna de las personas que estábamos allí, sólo habló el nahual pidiendo al gran espíritu que en esa puerta se iniciara la transformación necesaria para cada uno de nosotros y mientras lo hacía uno, dos, tres, cuatro y más cuencos de agua iban a dar contra las piedras. Esta vez el primer contacto del agua contra las piedras fue devastador. El sudor era inexplicable y casi podía sentir cómo mi piel se quemaba. Respirar por la boca y llevarme las manos a la cara fue lo único que se me ocurrió y cantar, por supuesto. Los gemidos y ahá, ahó que era la forma de solidarizar con alguien, se escuchaban casi sin parar. En algún minuto creo haber perdido la conciencia pero no en forma de desmayo, sino de simple desconexión con lo cerebral y, sin embargo, continué estando absolutamente presente durante todo el tiempo en que se extendió la tercera puerta, de todas sin duda la más dura. Y con esta desconexión cedió también la angustia, la ansiedad de sentirme atrapada en una especie de autoflagelación. Con lo cerebral partió la sobrevivencia y me quedé con un sentimiento profundo de protección, una suerte de seguridad infantil, de abandono irresponsable. Esa sensación me acompañó por un largo período luego del temascal.

Cuarta puerta

Cuando tú me decías que la virgen de Guadalupe se relaciona a la Pachamama, dentro de todo este sincretismo, es importante que volvamos a llamar a las fuerzas bajo el nombre que les corresponde, no virgen María o Virgen de Guadalupe, porque no es la vibración originaria de aquí pero sí Temazclali, sí wilimapu, sí la Pachamama, son las vibraciones de aquí. Nuestras lenguas.

Si yo mido las vibraciones de tu cuerpo, no todas las vibraciones son iguales, son diferentes, así es nuestra madre tierra. Como es que los antepasados concibieron esta tierra, este cuerpo. Mira tú nuestras lenguas, es la unión de los sonidos de todos los demás seres, lo que nos permite relacionarnos con ellos. No hay en ninguna de nuestras lenguas, que afortunadamente se siguen hablando las lenguas hoy día, aún a pesar de todos los intentos que ha hecho occidente por desaparecer nuestras lenguas, no hay en ninguna de esas lenguas una sola vibración con la que tú puedas ofender a un ser, mucho menos a los seres que dices que quieres y que amas. Todas son lenguas completas, donde no dices de más y no dices de menos.

El verbo sagrado...

Porque la palabra es de la vida. La palabra es como el aliento, es para dar vida.

¿Y qué pasa con las personas que hemos sido occidentalizadas sin pertenecer a occidente y que hemos perdido nuestras culturas de origen? ¿Cómo se da ese salto? ¿O sencillamente somos una cultura aparte?

Ante los ojos de las fuerzas creadoras, no existe el entendimiento de mestizos. No existe el entendimiento de blancos o de negros... somos una belleza, una extensión de la combinación de las aguas. De alguna manera es importante que vuelvas a aprender a saber qué corre por tus venas, dónde está la información, desde las células y que te enmiendes en ello. Porque nos han enseñado a negarnos, de dónde venimos, y porque aquellos que nos han enseñando a negarnos tampoco nos han aceptado porque somos un instrumento, para ellos, de esclavitud. Porque somos a los que supuestamente nos han dominado. Entonces para todos aquellos hermanos que se sienten que son mestizos y que son diferentes... que simple y sencillamente volteen y vean de dónde vienen, para que se den cuenta de que son los mismos. Que quizás sus facciones cambiaron un poco... pero que miren nuevamente a su corazón. Y se necesita humildad para dar ese paso.


Antes de cerrar la puerta esta vez se habían traído todas las piedras restantes. Conté algo así como nueve. La última etapa de este rito fue de completo abandono. De espaldas sobre la tierra, podía sentir la doble sensación del calor arrasándolo todo y el frío de la tierra temperando mi cuerpo. Esta vez mi pensamiento surgía en imágenes mientras escuchaba como en una letanía el susurro del nahual. Al salir, el frío despertó mis sentidos otra vez. Eran las tres de la mañana y habían pasado seis horas de exhalar la angustia cotidiana del vivir con miedo. De regreso identifiqué la imborrable sensación de estar protegida, la certeza de haber recibido un boleto nuevo de regreso a mí misma.

“Esta sigue siendo nuestra casa, y hagan lo que hagan, Dios o cómo le quieras llamar, nos va a seguir mandando de regreso ¿y por qué nos va a seguir mandando de regreso? Porque esta sigue siendo nuestra casa, este sigue siendo nuestro paraíso (...) Entonces sí tenemos que enviar una voz, una voz a todos los corazones, (...) tenemos que darnos cuenta de dónde viene todo esto para no cometer los mismos errores. Para parar el que se cometan tantos errores, si es que verdaderamente queremos a nuestros hijos. No importa el color de la piel, para los ojos de la creación, importa el latido del corazón”.

Pero es que cada vez hay menos mapuches, menos aymaras, menos pehuenches, en términos si tú quieres de estadísticas

Cada vez hay menos estadísticamente hablando, supuestamente, de la forma en que ellos cuentan, cada vez hay menos, pero eso es un gran error, porque solamente están transculturizados. Pero los aymaras, los mapuches, todos, seguimos viviendo aquí, todos seguimos estando.

¿Y cuando un mapuche ya no quiere ser más mapuche porque quiere ser parte de esta sociedad, no deja de ser mapuche?

No va a dejar de ser mapuche. Mentalmente deja de ser mapuche y no lo podemos juzgar porque esta sociedad hace todo, todo lo posible, hasta lo imposible para garantizar eso. Pero nuestra memoria sigue, sigue, sigue...

La memoria...

Exactamente, y no es la memoria de la mente, es la memoria del corazón.

Hay que recuperar la memoria, entonces

Exactamente, es el tiempo de empezar a dar los pasos para recordar
(...) Es el tiempo para que nosotros volvamos a dar los pasos, a levantar nuevamente nuestro espíritu, a levantar nuevamente nuestras danzas, nuestros cantos, nuestras ceremonias y que nos salgamos de todo el folclorismo en que este tipo de sociedad nos ha metido. Y cuando estemos listos, estemos preparados para ir a cantar, subirnos a las montañas para limpiar el aire, cuando estemos listos para ir a cantar a las aguas, a través de nuestros cantos volver a limpiar el mundo” dice Francisco Melo, danzante del sol, hombre sagrado.

Terminada la entrevista de su bolso saca un celular y con los rasgos de un recién salido de alguna ruina maya, marca un número capitalino. “Sí, es para que me vinieras a buscar”, suelto de cuerpo y, sin embargo, con la humildad característica de quien se sabe un hombre de paz y dignidad.

1 Comments:

  • La verdad que es emocionante, estoy acá sentado en una silla enfrente de un monitor, con muchísima luz artificial, en una oficina, en mi trabajo; Y sin embargo la experiencia relatada de un temazcal siempre es hermosa y te transporta. Los olores del copal y el eucalipto, el sonido del tambor. Yo hice un temazcal con una gente mapuche hace menos de un año y toqué el tambor de Francisco Melo. No lo conocí pero si me hablaron mucho del indio, supe que murió. Gracias por la información, de nuevo y por sacarme de la oficina y llevarme a un temazcal :D Un abrazo

    By Blogger TG, at 2:11 p. m.  

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