Atreverse
Esta tarde salí con un amigo del alma. Como es mi constumbre me ataranté y llegué antes a la cita. Eso me sirvió para dar una oejada al mundo. En la plaza Ñuñoa hay varios especímenes. Gregory Cohen me mira de reojo, yo lo miro fijo. Luego vuelve pero ya estoy acompañada.
Antes de que mi amigo llegue me tomo una cerveza. Me doy cuenta de que hace mucho tiempo no tomo una cerveza sola. Es grato tomarla sin compañía, sintiéndola helada mientras los demás conversan, se miran, coquetean. Los ojos me devuelven los míos y es infinitamente agradable ver cómo miran los que están acompañados. Los hombres te ven con nostalgia, por el escote y la libertad. Quieren conquista pero están ocupados. Las mujeres con envidia de que una no tenga a nadie para angustiar.
Tomo mi cerveza helada, que va recorriendo la garganta, sacudiendo las amígdalas atoradas por tanto humo de cigarro.
Gregory Cohen pasa otra vez. No se atreve. ¿Qué pasaría si nos atreviéramos siempre? Si no nos quedáramos con los mensajes atarantados, si dijéramos siempre lo que teníamos en la lengua.
"No hay dolor que duela tanto, no hay dolor que vida quite, como es el amor oculto, el que no se manifiesta".
Decir por encima del hombro, como si no importara, pero a la vez con la pasión de un toro.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home